jueves, 23 de abril de 2020

El juego en la educación inicial

PRESENTACIÓN

El juego tiene un papel fundamental en el desarrollo integral de los niños. La pedagogía moderna recurre a él con fines educativos, ya que es un elemento de motivación que hace más ameno y facilita el aprendizaje. Es el principio del “enseñar deleitando”, máxima que se acuñó tras descubrir que los niños aprenden mejor y más rápidamente si lo hacen de una forma divertida y sin estrés.

El juego tiene un papel fundamental en el desarrollo de los niños. A través de éste es como comienzan a relacionarse y desarrollar habilidades sociales y de comunicación, pero si se combina con la metodología y el material adecuados, desarrollaconocimientos de matemáticas, español, ingeniería y hasta programación.

Es una realidad que los niños aprenden más rápido si lo hacen de una forma divertida y sin estrés, sin embargo, el juego no es sólo un simple recurso didáctico, se ha convertido en un objetivo pedagógico por sí mismo.

Jugando, los niños aprenden y desarrollan competencias clave

Cuando los niños deciden jugar, no piensan: “Voy a aprender algo de esta actividad”, pero su juego crea potentes oportunidades de aprendizaje en todas las áreas de desarrollo. El desarrollo y el aprendizaje son de naturaleza compleja y holística; sin embargo, a través del juego pueden incentivarse todos los ámbitos del desarrollo, incluidas las competencias motoras, cognitivas, sociales y emocionales. De hecho, en las experiencias lúdicas, los niños utilizan a la vez toda una serie de competencias. Esto ocurre con frecuencia durante las “actividades en los rincones de juego” o las “actividades de juego en el centro”, en el contexto de los programas de aprendizaje temprano o educación preescolar. 

Las actividades en los rincones de juego, cuando están bien planificadas, fomentan el desarrollo y las competencias de aprendizaje del niño de forma más eficaz que ninguna otra actividad preescolar. Al elegir jugar con lo que les gusta, los niños desarrollan competencias en todas las áreas del desarrollo: intelectual, social, emocional y físico. Por ejemplo, mientras los niños juegan, pueden aprender nuevas competencias sociales (como compartir los juguetes o ponerse de acuerdo acerca de cómo trabajar juntos con los materiales), y a menudo afrontan tareas cognitivas estimulantes (como resolver el modo de realizar una construcción con piezas más pequeñas cuando no disponen de las más grandes). 

Los niños aprenden de una manera “práctica”: adquieren conocimientos mediante la interacción lúdica con los objetos y las personas, y necesitan mucha práctica con objetos sólidos para entender los conceptos abstractos. Por ejemplo, jugando con bloques geométricos entienden el concepto de que dos cuadrados pueden formar un rectángulo y dos triángulos pueden formar un cuadrado. Bailando según una pauta consistente en dar un paso adelante, un paso atrás, girar, dar una palmada y repetir, pueden empezar a aprender las características de los patrones que constituyen el fundamento de las matemáticas. 

Los juegos de simulación o “simbólicos” (como jugar a la familia o al mercado) resultan especialmente beneficiosos: en este tipo de juegos, los niños expresan sus ideas, pensamientos y sentimientos; aprenden a controlar sus emociones, a interactuar con los demás, a resolver conflictos y a adquirir la noción de competencia. El juego sienta las bases para el desarrollo de conocimientos y competencias sociales y emocionales clave. A través del juego, los niños aprenden a forjar vínculos con los demás, y a compartir, negociar y resolver conflictos, además de contribuir a su capacidad de autoafirmación. 

El juego también enseña a los niños aptitudes de liderazgo, además de a relacionarse en grupo. Asimismo, el juego es una herramienta natural que los niños pueden utilizar para incrementar su resiliencia y sus competencias de afrontamiento, mientras aprenden a gestionar sus relaciones y a afrontar los retos sociales, además de superar sus temores, por ejemplo, representando a héroes de ficción. 

En términos más generales, el juego satisface la necesidad humana básica de expresar la propia imaginación, curiosidad y creatividad. Estos son recursos clave en un mundo basado en el conocimiento, y nos ayudan a afrontar las cosas, a ser capaces de disfrutar y a utilizar nuestra capacidad imaginativa e innovadora. De hecho, las aptitudes esenciales que adquieren los niños a través del juego en el período preescolar forman parte de lo que en el futuro serán los elementos constitutivos fundamentales de las complejas “competencias del siglo XXI”

El juego adopta muchas formas

Todo el mundo reconoce el “juego” cuando lo ve, ya sea en la calle, en los pueblos, en los patios de recreo, en clase... En todas las culturas, niveles económicos y comunidades, los niños juegan ya desde temprana edad. A pesar de este hecho, el juego puede resultar difícil de definir; no obstante, los investigadores y teóricos por lo general coinciden en definir las características clave de las experiencias lúdicas del siguiente modo:

  • El juego es provechoso. Los niños juegan para dar sentido al mundo que les rodea y para descubrir el significado de una experiencia conectándola con algo que ya conocían previamente. Mediante el juego, los niños expresan y amplían la interpretación de sus experiencias.
  • El juego es divertido. Cuando vemos jugar a los niños —o a los adultos—, a menudo observamos que sonríen o ríen abiertamente. Obviamente, el juego puede tener sus retos y sus frustraciones (¿A quién le toca primero? ¿Por qué no consigo que este juego de construcción se sostenga?), pero la sensación general es de disfrute, motivación, emoción y placer.
  • El juego invita a la participación activa. Si observamos cómo juegan los niños, normalmente veremos que se implican profundamente en el juego, a menudo combinando la actividad física, mental y verbal.
  • El juego es iterativo. Ni el juego ni el aprendizaje son estáticos. Los niños juegan para practicar competencias, probar posibilidades, revisar hipótesis y descubrir nuevos retos, lo que se traduce en un aprendizaje más profundo.
  • El juego es socialmente interactivo. El juego permite a los niños comunicar ideas y entender a los demás mediante la interacción social, sentando las bases para construir un conocimiento más profundo y unas relaciones más sólidas.

El juego como parte del crecimiento

De acuerdo con Josué Llull, autor del libro “El juego infantil y su metodología”, la actividad lúdica contribuye al desarrollo en seis aspectos fundamentales de la personalidad del niño:

  • Físico-motor: aumenta la fuerza y el desarrollo muscular, además de ayudar a la sincronización de movimientos.
  • Intelectual: facilita la comprensión de situaciones, la anticipación de acontecimientos, la resolución de problemas y la elaboración de estrategias.
  • Creativo: estimula la imaginación y el pensamiento simbólico.
  • Emocional: potencia la asimilación y maduración de las experiencias, ayudando a superar aquellas de carácter traumático.
  • Social: se aprenden las reglas de convivencia participando en situaciones reales o imaginarias creadas y mantenidas colectivamente.
  • Cultural: imitando modelos de referencia del contexto social en que se desenvuelve la vida cotidiana, que dependerá de factores como la zona geográfica, las condiciones climáticas o la época histórica.
Asimismo, las acciones que se realizan al jugar están conectadas directamente con la maduración del niño en aspectos importantes para su futura integración al mundo adulto, tales como:
  • Expresión y habilidades de comunicación.
  • Capacidad para relacionarse socialmente con otros y en grupo.
  • Capacidad de juicio.
  • Reconocimiento de su cultura.
  • Exploración el mundo que le rodea y transformación de la realidad.
  • Desarrolla la imaginación y la creatividad.
  • Capacidad de asimilar el concepto de libertad y responsabilidad

El juego como motor de la creatividad e innovación

“Todos los adultos fueron una vez niños, pero pocos lo recuerdan”. Antoine de Saint-Exupéry

La innovación es una de las habilidades más valoradas en cualquier ámbito y etapa de la vida, e invariablemente, está ligada a la creatividad, la imaginación y la curiosidad, virtudes que para los niños son de lo más natural.  
Una educación preescolar de excelencia no es aquella que intenta imponer conocimientos avanzados, sino aquella que les permite ser niños el mayor tiempo posible, jugando y conociendo el mundo a la par.
Pocas veces se es más curioso, imaginativo y creativo que cuando se es niño. Todo alrededor es algo nuevo y parece despertar un espíritu explorador y el deseo de encontrar respuestas y explicaciones. Incentivar y permitirles jugar el mayor tiempo, es dejarlos ser niños y por ende, explotar al máximo estas características de tal forma que nunca desaparezca el deseo por aprender más.
Tan sólo con algunos ladrillos se darán cuenta que pueden crear cuantas cosas imaginen, y con la guía adecuada del profesor comenzarán a desarrollar habilidades y asimilar conocimientos que van desde lo social, como el trabajo en equipo y la empatía, hasta la programación. 
La metodología de la mayoría de los preescolares, en la actualidad, se inclina por una pedagogía más libre, que no fuerza a los pequeños en su desarrollo, si no utiliza el juego y las actividades lúdicas como herramienta principal para el desarrollo de su inteligencia.