De acuerdo con Josué Llull, autor del libro “El juego infantil y su metodología”, la actividad lúdica contribuye al desarrollo en seis aspectos fundamentales de la personalidad del niño:
- Físico-motor: aumenta la fuerza y el desarrollo muscular, además de ayudar a la sincronización de movimientos.
- Intelectual: facilita la comprensión de situaciones, la anticipación de acontecimientos, la resolución de problemas y la elaboración de estrategias.
- Creativo: estimula la imaginación y el pensamiento simbólico.
- Emocional: potencia la asimilación y maduración de las experiencias, ayudando a superar aquellas de carácter traumático.
- Social: se aprenden las reglas de convivencia participando en situaciones reales o imaginarias creadas y mantenidas colectivamente.
- Cultural: imitando modelos de referencia del contexto social en que se desenvuelve la vida cotidiana, que dependerá de factores como la zona geográfica, las condiciones climáticas o la época histórica.
Asimismo, las acciones que se realizan al jugar están conectadas directamente con la maduración del niño en aspectos importantes para su futura integración al mundo adulto, tales como:
- Expresión y habilidades de comunicación.
- Capacidad para relacionarse socialmente con otros y en grupo.
- Capacidad de juicio.
- Reconocimiento de su cultura.
- Exploración el mundo que le rodea y transformación de la realidad.
- Desarrolla la imaginación y la creatividad.
- Capacidad de asimilar el concepto de libertad y responsabilidad
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