“Todos los adultos fueron una vez niños, pero pocos lo recuerdan”. Antoine de Saint-Exupéry
La innovación es una de las habilidades más valoradas en cualquier ámbito y etapa de la vida, e invariablemente, está ligada a la creatividad, la imaginación y la curiosidad, virtudes que para los niños son de lo más natural.
Una educación preescolar de excelencia no es aquella que intenta imponer conocimientos avanzados, sino aquella que les permite ser niños el mayor tiempo posible, jugando y conociendo el mundo a la par.
Pocas veces se es más curioso, imaginativo y creativo que cuando se es niño. Todo alrededor es algo nuevo y parece despertar un espíritu explorador y el deseo de encontrar respuestas y explicaciones. Incentivar y permitirles jugar el mayor tiempo, es dejarlos ser niños y por ende, explotar al máximo estas características de tal forma que nunca desaparezca el deseo por aprender más.
Tan sólo con algunos ladrillos se darán cuenta que pueden crear cuantas cosas imaginen, y con la guía adecuada del profesor comenzarán a desarrollar habilidades y asimilar conocimientos que van desde lo social, como el trabajo en equipo y la empatía, hasta la programación.
La metodología de la mayoría de los preescolares, en la actualidad, se inclina por una pedagogía más libre, que no fuerza a los pequeños en su desarrollo, si no utiliza el juego y las actividades lúdicas como herramienta principal para el desarrollo de su inteligencia.
La metodología de la mayoría de los preescolares, en la actualidad, se inclina por una pedagogía más libre, que no fuerza a los pequeños en su desarrollo, si no utiliza el juego y las actividades lúdicas como herramienta principal para el desarrollo de su inteligencia.
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